La viveza en la técnica narrativa hace al lector sentir lo irreal. Párrafos provocadores de angustia, risa, miedo, o el resultado que el escritor pretenda. En la industria cinematográfica, una vez pasada la novela a guión, los directores y actores más realistas logran que el espectador viva las escenas cómo si estuviese dentro de la obra. En ocasiones, y en el caso de films de terror, en ciertas escenas la audiencia grita porque no esperaba el susto; O el espectador se sobresalta en su butaca porque la secuencia le llega a atemorizar por lo bien lograda. De saber interpretar o filmar con viveza nació un elenco de buenos actores y directores del género terror, que se han proclamado en preferidos de sus seguidores. Los clásicos en blanco y negro siguen gustando. Ya en la antigua Grecia la representación de la muerte o la tragedia teatral era popular entre el público por creerse lo meramente interpretativo.
Vampiros, hombres lobos, momias, fantasmas; psicópatas; posesos; malvados extraterrestres; monstruos; y un sin fin de criaturas están entre quienes les encanta Frankenstein o cualquier monstruo. Porque en la obra siempre se busca una realidad incluso en la pictórica. Goya consiguió una serie de horrores bien plasmados que producen desagradable sensación. Porque no se trata de pasar un mal rato, si no percibir un sentimiento. Realzando lo ficticio hasta el punto de que el espectador se sobresalte en su butaca de cine o grite; aunque después sopese que no era para tanto.
El buen cine de terror siempre gustará y hay auténticas obras de arte o películas que no morirán. Extraño que nadie quiera asustarse pero millones de personas dediquen su tiempo a ver una cinta de terror, porque les aconsejaron era de lo más desagradable. Así es: Se paga por sentir miedo. Que contradicción.