San
Valentín, o lo que es igual, el día catorce de Febrero que también lo conocemos
cómo fecha o día de los enamorados no representa un problema para aquellos que
perdieron a sus seres queridos. Hay diversas formas de celebrar ese día del año
y concretamente las personas viudas también gustan, algunas, de ir ese día
dejar en la lápida de quien fuese su pareja en otro tiempo, un simbólico ramo
de flores cómo prueba de sus sentimientos o expresión de que sigue viva la otra
persona en sus recuerdos. Lo bonito es que no es un sentimiento roto si no muy
vivo pese a que ya sólo queden rememoraciones del pasado. Es decir: El día de
San Valentín lo celebran quienes están enamorados, siguen felices con su pareja
e incluso quienes perdieron al otro pero no por ello dejan de mostrarle sus
sentimientos. Porque el amor al igual que el día catorce de Febrero sigue muy
vivo. Hay parejas que acordaron que cuando el otro faltara en el mundo, quien
permaneciese en la tierra seguiría llevándole ramos de rosas ese día. Para que esté
donde esté sepa que su pareja le sigue amando.
Por
San Valentín se regalan muchas cosas: viajes, perfumes, entradas al teatro o al
cine; bombones; libros; joyas; flores; discos; ropa; y un sin fin de presentes
cómo muestra de amor a la pareja. Y para los que desgraciadamente ya no están
aquí se les regalan coronas, flores, macetitas, para que aunque no tan
alegremente esa parte amarga siga memorando la felicidad junto a la otra
persona. Felicidad a fin de cuentas entre quienes están y no están. Durante
estas fechas las floristerías son testigo del gasto en ramos de claveles u otro
tipo de flor para regalar. Y es que hay algo óptimo para los vendedores,
cualquiera que sea su negocio: Que en San Valentín se hacen buenas cajas por la
gran demanda de regalos para entregar ese día a la pareja.
Viva
el día de San Valentín. Que sirve todos los años para recordarnos que el amor
nunca muere.