sábado, 26 de octubre de 2013

LA CUESTA DE NOVIEMBRE.


Para la víspera del uno de noviembre hay overbooking en muchas peluquerías. Ya que muchas señoras para esas fechas deciden arreglarse con motivo de ir a visitar a sus fallecidos. Encontrar durante esos días un hueco para arreglarse el cabello puede ser complicado. Los taxis, en algunas ciudades, van casi todos ocupados porque durante esas fechas multitud de gente hace uso de dicho servicio para acercarse al camposanto. El servicio de autobuses suele ampliar el número de líneas para dar toda la cabida posible a quienes se desplazan a dejar flores, pero aún así también puede haber fallos en los horarios por la gran demanda de viajeros. Las floristerías también deben visitarse con tiempo e incluso dejar los encargos hechos con antelación, porque muchas suelen quedarse sin existencias por la abundante clientela en busca de flores. Y la chica que hace de canguro y ese día es vital que se quede con los pequeños, también puede ser una traba si consideramos que tal vez ese día le sea necesario librar para honrar también a sus difuntos; y si no es el caso habría que sacarle el tema con tiempo por si tenía pensado hacer puente organizarnos entre todos. Aunque se viaje en el propio vehículo otra recomendación puede ser salir con tiempo de adelanto ya que el tráfico es exagerado esos días y suele haber mucho embotellamiento en las carreteras. A la vuelta y ya cansados es posible que se estropee la siesta o ese momento de desperezarse en el sofá, porque se madrugó para ir a dejar flores y hay cierto cansancio, porque una visita imprevista se presente en casa y haya que servirle café con dulces. Y al día siguiente toca ir al trabajo con unos ojos muy cansados y sopesando que entre: transporte, pasteles, flores, peluquería; la canguro que trabajó ese día; y algunas invitaciones más, hemos gastado un pellizco, cuando se trataba de honrar al muerto pero entre unas cosas y otras se ha gastado más de la cuenta. Si esa familia tiene hijos en edad de salir con los amigos a divertirse por Halloween, se encontrará también que el gasto fue mayor de lo esperado entre disfraces, unos billetes para que salgan con los amigos, y para los más pequeños pastelitos típicos de esas fechas.

No ocurre igual en todos los hogares. Pero vivimos en una sociedad de consumo que en fechas concretas cómo la indicada, entre transporte, flores y muchos detalles más para ese día, se acaba gastando más de lo que se llegó a pensar. Cada vez hay más gente que ese día evita ir a dejar flores por estar aquello demasiado cargado de gente y por haber un tráfico espantoso. Y eligen otra fecha para ir más tranquilos y que no resulte complicado. Pero el resultado no cambia demasiado si se considera que tal vez deseen pasar el puente en su casa de la playa o bien hagan un viaje a otra ciudad, evitando el bullicio pero no el gastazo.

Hace ya un tiempo que las vísperas de Halloween han dejado de resultar de lo más normal para convertirse en días en que si no se gasta en una cosa se gasta en otra. Pero se gasta bastante. Y al año siguiente la historia se vuelve a repetir: Barullo de gente, gastos en locomoción y lo que va surgiendo.