Los
servicios de catering, que hasta hace muy poco venían ofertando sus servicios
para diversos eventos se han americanizado, si se desea llamar así, ofreciendo
sus comidas, meriendas, cenas o aperitivos más allá de lo que venía siendo
frecuente. En muchas series o películas americanas hemos visto pastelitos,
comensales sirviéndose tarta, pavo cocinado o cualquier tipo de alimento en una
escena seria; concretamente un funeral. Respecto al día a día y no ya lo que
ofrece la pequeña o gran pantalla, se sabe que en esas dramáticas reuniones se
ofrece algún café, tila o algo similar a los asistentes. En ocasiones incluso
una taza de caldo para poder soportar horas de cansancio.
Respecto
al alboroque, que siempre fue popular en la región de Murcia, se trataba de ir
de bares tras el entierro o duelo. Se reunían un grupo de amigos, familiares o
conocidos, que solían ser visitantes o personas que iban a dar las
condolencias; y tras el evento abarrotaban el merendero para degustar tapas o
comida a gusto de cada uno. Era y sigue siendo muy conocida en la región lo de
echarle el alboroque al difunto. Es una costumbre.
Pero
de unos años a esta parte y no en la mayoría de casos si no una minoría
pudiente, de alto nivel o gente ilustre viene contratando los servicios de catering
a domicilio en casos fúnebres. Tiene sentido ya que al desplazarse familiares o
amigos íntimos se ven en la obligación, por el agradecimiento de que les
acompañen en semejante momento doloroso, de ofrecerles un menú gastronómico
para que se sientan lo mejor posible. De manera que todos salen ganando: El
servicio de catering obtiene ganancias al desplazarse al lugar de residencia
para servir comida a los invitados; los visitantes no tienen que pasar el día a
base de bocadillos o cualquier minucia; y los que contratan el servicio a
domicilio de comidas no tienen que pensar en ponerse a cocinar. Y cómo suele
ser gente adinerada no representa un problema. El único problema en todo caso
es el haber perdido un ser querido.
Pero
el servicio de catering no tiene nada que ver al alboroque. Respecto a este
último hay también quien le gusta ir a dar pésames porque saben que después
acabarán comiendo en cualquier restaurante o bar con los amigos. Hay de todo.